Pero nada es para siempre y el príncipe azul no existe... Una lástima que nuestros proyectos y aspiraciones no funcionen, que a veces Dios nos tiene preparado un futuro distinto, cosas nuevas, experiencias distintas, pero finalmente todo es aprendizaje.
Aprendí que no debo dar todo de mi a alguien que no lo valorará, aprendí que las segundas partes nunca son buenas, aprendí que yo estoy antes que todo y todos, mi dignidad siempre va por encima, mis valores y por sobre todo el amor propio.
Aprendí que quién no se ajusta a tu familia, jamás se ajustará a ti, a tus valores y creencias, aprendí también que la confianza es la base para una relación, sin ella no existe nada.
La próxima vez no debo poner en segundo plano mis necesidades, ellas siempre deberán estar primero.
Y también debo aprender a que estas heridas no me marquen y condicionen mis próximas relaciones, no todos son iguales ni todas las relaciones son iguales.
Ah y también, no debo decir todo, siempre debo guardar algo para mi...
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